Los
Warriors han igualado las 72 victorias de los Bulls del 96 y han entrado en
todos los libros de historia del deporte. Nadie duda ahora mismo que son los
claros favoritos para ganar el anillo de la NBA, algo normal después de
conseguir una marca solo lograda anteriormente 1 vez en medio siglo. ¿ Pero que
se decía de ellos hace un partido? Solo un partido.
Pues
se dudaba de su favoritismo, se decía que les pesaba el cansancio de perseguir
el legado de los Bulls, que los Spurs se estaban guardando y que iban a más y
ellos a menos, que Curry había perdido la iluminación divina, etc. Todo porque
en los últimos 15 partidos habían sufrido derrotas insospechadas como contra
Lakers o los Wolves, y sufrir mucho para ganar a equipos muy inferiores.
Hablamos
de los Warriors para poner en contexto una realidad muy clara. En deporte es
imposible estar bien siempre. Esto unido a que solo se analiza el resultado,
nos da unos análisis cambiantes de manera incomprensible en muy poco espacio de
tiempo. Algo que está pasando con el Barça.
Obviamente,
el nivel del Barça en esta racha de 39 partidos sin perder no ha sido tan
celestial como el de los Warriors, pero de mediados de octubre al Mundial de
Clubs fue sido muy alto. Después del parón navideño, el nivel se ha mantenido,
con algún pico más alto que otro, en un tono gris. Pero como se ganaba, incluso
goleaba, todos( o casi) creíamos ver más de lo que era.
Y
la realidad era, al menos eso creo ahora, no tan buena. Primero por pensar en
la planificación física de piernas duras en enero y febrero y luego por la relajación normal por la
diferencia en la clasificación liguera, lo cierto es que el juego culé es más bajo
en 2016 que en el último trimestre del 2015. Eso sí, nunca ha sido desastroso,
salvo momentos puntuales. Pero también ha habido momentos gloriosos de enero a
marzo.
Así
pues, solo los resultados hacen cambiar la visión del equipo. En solo dos
semanas, el equipo invencible que tenía casi ganado el triplete está a punto de
terminar el año sin ningún título. Todos por dos derrotas casi seguidas. En el
fútbol, como en el deporte la mente es mucho más importante que el físico. Pero
aún hay un aspecto más importante que la mente, que es el juego.
Si
el juego está bien, es mucho más fácil que la mente crea en lo que haces y te
ayude a superar los errores. Jordan Spieth estaba líder a falta de 9 hoyos por
jugar en el Masters. Lo estaba por 5 golpes.
Sin embargo, su juego no era como el quería. Llamó el viernes noche a su
entrenador de swing para que le corrigiese algunas cosas. En los 9 primeros
hoyos, con 4 birdies, casi no cogió ninguna calle. Su putt lo tapaba todo.
Lo
que pasó en los siguientes 9 hoyos todo el mundo lo sabe. Si no fuese Spieth,
se diría que le pudo la presión. Y no fue eso. Ni el cansancio mental de ir
líder todo el torneo. Fue que cometió un error y como su juego no estaba fino,
encadenó otro y tiró al traste el Masters.
El
Barça no es Spieth. Pero como el putt a él, el tridente ha tapado muchas
lagunas de su juego. Curiosamente, en las dos derrotas y en el partido contra
el At.Madrid el Barça se ha parecido por momentos al equipo que todos tenemos
en mente en lo que a juego se refiere. Contra la Real, por ejemplo, solo
concedió 2 ocasiones y género suficientes para ganar.
Si
nos valoramos el partido del AT.Madrid antes del gol, el Barça ya había
generado 4 ocasiones. Contra el Madrid, el Barça encierra tras el descanso al
Madrid en 15 minutos fantásticos, después de castigar a los de Zidane con un juego
de posición que le permitió no sufrir en defensa.
Hay
muchas causas por las que seguramente el Barça después del parón de selecciones
no haya conseguido esa fiabilidad de antes. Los rivales han sido mejores y se
juegan más, el cansancio físico y mental de los viajes, la desconfianza de un
primer mal resultado, etc. Pero también las hay de juego, como puede ser una
falta de orden en ataque que causa desaprovechar las bandas, mal repartimiento
de los roles en el centro del campo cuando hay rotaciones, etc.
Veremos
cómo evoluciona el juego culé, pero reduciendo las ocasiones del rival reduces
el riesgo de tener accidentes. Quitando los 25 minutos finales del clásico, el Barça
concedió muy pocas. Esa es la línea, a través de la pelota, ordenarse para
atacar y defender bien. Si se hace, la calidad de arriba aparecerá tarde o
temprano. Pero con juego, todo será más fácil.