El deporte tal y como lo conocemos ahora puede cambiar radicalmente si no se detiene un instante y reflexiona sobre la deriva que está tomando. Este ejercicio de reflexión deben hacerlo deportistas, mecenas, periodistas y aficionados. Hay demasiado en juego para no hacerlo.
Sin tirar de Google, en lo que va de año Armstrong ha confesado el doping sistemático en sus 7 tours, France Football ha destapado el escándalo de la compra de votos en la designación de la sede del Mundial de Fútbol 2022, la INTERPOL ha detenido a una organización criminal de apuestas ilegales que amañaba partidos en Europa, la revista Sports Illustrated ha destapado una red de dopaje con sede en Miami que afecta a golfistas, jugadores de béisbol, de fútbol americano, entre otros deportes. Podríamos seguir, lamentablemente.
¿Es todo mentira lo que estamos viendo? ¿Qué postura debe adoptar el aficionado? ¿Es el deportista una víctima del sistema? ¿Es el culpable? ¿La prensa es parte del problema? ¿Debe ser la prensa quien destape toda la verdad?¿Estamos exagerando? ¿Hay solución?
Nada de lo que pasa es nuevo. En la década de los 60 un ciclista, Simpson, murió subiendo el Mont Ventux por los efectos nocivos de lo que se había metido para mejorar su rendimiento. Los relatos del suceso hicieron creer a la generación de los 80 que la muerte fue por el terrible calor y el esfuerzo realizado. Ahora sabemos que pasó. Es solo un ejemplo, de los muchos que ha habido en todos los deportes.
El problema, o la ventaja, es que ahora hay mucha más información sobre lo que mueve el deporte. El aficionado tiene más herramientas para conocer lo que sucede y ha crecido creyendo en unos valores de esfuerzo, de superación, de nobleza y solidaridad que poco a poco van quedando enterrados por una montaña de sucesos que ponen en duda todo en lo que se sustentaba esa pasión.
No sabemos si todo lo que vemos en verdad o mentira. No meteríamos la mano en el fuego por nada ni nadie. El argumento de que todos van igual convertiría el deporte en otra cosa a la que es ahora. Nos parecería peor, pero eso no importe. Sería diferente. El esfuerzo, superación, dedicación, etc, se transformaría en una especie de ciencia y mecánica donde sería tan importante el talento como la investigación médica. Una formula 1 global.
Sin embargo todos los deportistas parecen seguir predicando el primer camino, la vía ideal y clásica del deporte. Bien, en este punto, el deportista es quien debe tener un papel básico en la regeneración del deporte. Como se está demostrando en el ciclismo, con el pasaporte biológico, la mentira es mucho más fácil de ser detectada. Y si no lo es ahora, lo será más adelante.
Los deportistas han reaccionado con quejas, con llantos y gritos de sentirse tratados como animales ante todos los intentos de las organizaciones deportivas para implementar controles de sangre, pasaportes biológicos y cualquier otro mecanismo que supone tener una mayor fiabilidad a la hora de perseguir a tramposos.
Los análisis de sangra deberían estar implantados en todo el deporte. Los controles por sorpresa, los más eficaces, también. El deportista debería asumir que es parte de su trabajo y no importarle si lo hacen a las 7 de la mañana o a las 2 de la madrugada. Todas las profesiones en este mundo tienen sus inconvenientes. El gran problema sería el coste.
Como es de suponer que todos los clubs, federaciones, deportistas y mecenas desean un deporte limpio, se podía destinar un tanto por ciento a combatir el dopaje. Las sanciones deberían ser ejemplares y de por vida. De nada sirven sanciones light o a la carta como se ha venido haciendo hasta ahora.
Hasta el momento, la prensa ha hecho de altavoz de las quejas de los deportistas poniéndose de su lado siempre. No solo hecho, aquí en España, en función de la nacionalidad del deportista se han defendido causas de difícil justificación en base a la Fe y limpieza de la mirada de un deportista. Aquí se ha mirado hacia otro lado, sin hacerse preguntas sobre las sospechosas relaciones de deportistas con determinados médicos, ante extrañas lesiones, todo mientras se quejaban amargamente sobre bromas que venían del otro lado de los pirineos.
Aquí en España hemos pasado por alto intentos de compra de partidos como el del Hercules hace unos años, con grabaciones incluidas. Hemos tenido que esperar más de 5 años para que desde la prensa se nos explicase que dentro de la Operación Puerto aparecía el nombre de RSOC y eso que el ex presidente Badiola denuncio en el 2009 unos pagos en B a médicos involucrados en la operación en el 2.
Si por intereses que se nos escapan, aunque podamos imaginarlos, la prensa no le interesa que se descubra la verdad, porque traicionarían conversaciones privadas, se romperían amistades o se perderían privilegios, todo lo que se haga es servirá de muy poco. La prensa debe denunciar lo que sabe, suponga lo que suponga. Hasta, aquí en España no se ha hecho. En USA denunciaron a Alex Rodríguez, máxima estrella de los NY Yankees de béisbol, una de las más grandes franquicias deportivas del mundo. En Francia acaban de destripar a Platini y un supuesto fraude. Aquí creemos a Contador, damos voz a Pereiro, tapamos compras de partidos, ocultamos nombres de clubs de fútbol, etc. Eso sí, nos enfadamos con los franceses por su humor. Ya se sabe, nos tienen envidia.
El aficionado debe dudar de todo y exigir la máxima sinceridad en aquellos en los que cree y en aquello en lo que lee. No vale hacerlo si cuando se toca a tu equipo o a tu deporte cambiamos el argumento lógico por el religioso y nos enfadamos sin prestar atención a los argumentos que se ofrecen.
Hay solución, pero debe ser ya. Mejor hoy que mañana. Los mecenas pueden dejar de dar dinero para no manchar su imagen. El aficionado puede ir perdiendo intereses ante las mentiras. Cuando eso pase, el deportista no podrá ganar lo que ahora. Entonces, igual se lamenta por quejarse de los controles de sangre a las 7 de la mañana. Mejor que te despierten por eso a esa hora teniendo el futuro solucionado, que no hacerlo para trabajar en algo que no te gusta. O se para el deporte y reflexiona, o nos bajos, aunque sea en plena marcha.
No sabéis cuántas mentiras nos hemos creído!!!
The Digital Garden
Daniel Arias